El 13 de enero de 1972, el periodista Mike Dunstan del Herald News escribió un artículo titulado: “Bombilla de luz sería la más antigua de la Tierra”. Dunstan se había propuesto investigar lo que hasta entonces era una leyenda dentro del cuartel de bomberos número 6 de Livermore, California. Nadie sabía con precisión la antigüedad del foco, pero sí estaban seguros de que los iluminaba desde hacía décadas.
Dunstan, luego de su investigación, dio con un hallazgo sorprendente. La bombilla en cuestión pertenecía a Shelby Electric Company, la empresa fundada por Adolphe Chaillet, y desde 1901 que resplandecía casi sin interrupciones. El foco original de 60 watios -aunque hoy es inferior a los 4- había sido confeccionado a fines del siglo XIX y donada por Chaillet al departamento de bomberos a comienzos del siglo XX.
En 2001, cuando cumplió los 100 años de existencia, pasó a ser reconocida como “la bombilla centenaria”. El libro de los Record Guinness, por su parte, aceptó la marca del foco que solo dejó de brillar en 1976 cuando la sede del cuartel de bomberos se desplazó a nuevas instalaciones. Fueron 22 minutos de interrupción en los que una escolta policial secundó a la reliquia para resguardar su seguridad.
La bombilla abandonó su condición de pequeña luz y se transformó en un tesoro californiano. A tal punto que hoy cuenta que una cámara que la filma y transmite durante las 24 horas para certificar que sigue encendida. Tiene una página web y una de Facebook exclusivamente destinada a ella.
La pregunta es obvia: ¿cómo es posible que la bombilla resistiera iluminada durante tanto tiempo? La ciencia, una y otra vez, intentó esclarecer el misterio. Debora Katz, física de la Academia Naval de Estados Unidos, se propuso en 2007 analizar en forma pormenorizada la bombilla para encontrar un sustento científico a su increíble durabilidad. Para ello, compró una bombilla de Shelby de la misma colección.
La investigadora encontró diferencias sustanciales entre las bombillas de principios de siglo XX y las actuales. “La bombilla de Livermore se diferencia de dos formas de una bombilla incandescente contemporánea. En primer lugar, su filamento es unas ocho veces más grueso que el de una bombilla actual. Y en segundo lugar, ese filamento, posiblemente hecho de carbono, es semiconductor”, explicó en ese momento Katz.
Que sea semiconductor, detalló la especialista, quiere decir que una vez que la bombilla se calienta se convierte en un conductor superior, a diferencia de lo que sucede con las otras que, al calentarse, pierden funcionamiento.
La hipótesis de Katz indica que la “bombilla centenaria”, al ofrecer menos luz -menos potencia- que las demás, también proporciona mayor durabilidad. A menor gasto energético, mayor extensión en el tiempo. Sin embargo, los 115 años no encuentran respaldo contundente: “La física tendría que haberlo resuelto. Quizás haya algo casual con esa bombilla en particular”, señaló Katz. La bombilla, por su parte, sigue brillando.
Fuente: Infobae.com
Comentarios
Publicar un comentario