Yedá, Arabia Saudita. Sin velo, con polo de manga corta, la saudí Dana cabalga en un centro ecuestre, desafiando a la sociedad conservadora del reino donde está mal visto que las mujeres practiquen deporte.
“Existe esa extraña convicción de que una mujer no debe montar a caballo”, confía Dana al Gosaibi, entrevistada por AFP con motivo del Día de la Mujer que se celebra este miércoles.
“Sobre todo si la mujer no está casada, podría perder su virginidad: es increíble pero todavía mucha gente cree eso”, agrega esta mujer soltera de 35 años.
Sin embargo, las recientes tentativas del gobierno para promover los derechos de la mujer en el reino han llenado de expectativas a esta saudí que sueña con abrir un centro de equitación en su país, donde existe una antigua tradición ecuestre y de cría de caballos árabes de pura sangre.
Mientras tanto, vive su pasión en un centro ecuestre de Yedá, gran ciudad a orillas del mar Rojo donde posee dos caballos.
Aunque los derechos de la mujer sean aún limitados en Arabia Saudí, asegura que quedó sorprendida por los cambios que constató a su regreso al reino hace cuatro años.
Tras vivir 13 años en Inglaterra, Norteamérica y Suiza, advirtió que las saudíes ahora trabajan como cajeras, vendedoras, secretarias o contadoras. Algunas ocupan incluso altos cargos ejecutivos en bancos.
“Al regresar vi a todas esas mujeres en esas nuevas actividades”, explicó.
Incentivos
En 2016, las autoridades lanzaron el ambicioso plan Visión 2030 destinado a promover reformas económicas y sociales en el reino.
En el marco de este programa que busca diversificar una economía demasiado dependiente del petróleo, el gobierno saudí quiere colocar más mujeres en el mercado del trabajo y desarrollar actividades deportivas.
Una mujer, la princesa Rima Bint Bandar Al Saúd, fue nombrada vicepresidente para Asuntos femeninos de la Autoridad general del Deporte. Y según la prensa local, la princesa anunció que el reino comenzará a otorgar licencias para gimnasios femeninos.
“Incluso en el deporte están dando incentivos para las mujeres, esto es algo muy novedoso”, señala Gosaibi, que espera que eso le sea útil para su proyecto de centro ecuestre.
Ella quiere aprender la psicología del animal y aplicar ese conocimiento en su emprendimiento.
“Al principio, hay que favorecer la comprensión, porque el caballo necesita entrar en confianza”, explica. Según ella, a los saudíes no les importa realmente el caballo. “Ellos lo que quieren es ganar” la carrera.
‘Más fuertes’
A pesar de que muchas mujeres toman clases de equitación, explica, les resulta “mucho más difícil” practicar el deporte a causa de la costumbre que pretende mantenerlas alejadas de la mirada de los demás.
En Arabia Saudí, la tradición exige que la mujer salga en público completamente cubierta, de pies a cabeza. Necesita la autorización de un pariente como el padre, el marido o el hermano para estudiar o viajar al extranjero. Y es el único país del mundo donde la mujer tiene prohibido conducir.
En el centro ecuestre, Gosaibi no lleva velo pero sí casco o gorra, polo de manga corta, pantalón de equitación y botas de montar.
Como hay miembros hombres y mujeres, el propietario exige a todos una gran discreción.
El propietario “no quiere que se sepa que el centro es frecuentado por mujeres”, confía Gosaibi.
Pero ella es optimista. “Pienso que a medida que el mundo va cambiando, la gente se está desprendiendo de sus creencias y tradiciones”.
“No podemos permanecer encerrados para siempre en esas formas de pensar. Las mujeres se han vuelto más fuertes, y comienzan a hacer oír su voz”, dice la joven, antes de recordar que en la época de Mahoma había mujeres que montaban a caballo.
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