Allí, además de que no existe el impuesto al ingreso estatal (sólo el federal) y de que todos los tributos son más bajos que en otros estados, un fondo especial le paga cada año a cada residente solo por el hecho de vivir allí.
El año pasado, esa suma llegó a un récord de: 2.072 dólares por persona, que se paga a los ciudadanos en octubre. El dinero procede del Fondo de Alaska y canaliza al menos 25% de las regalías que las compañías petroleras le pagan al estado –que son muy cuantiosas- para crear una fuente de recursos en beneficio de las futuras generaciones una vez que se agoten los hidrocarburos en Alaska (la fuente principal de ingresos públicos del estado).
Según el propio Fondo Permanente, para ser elegible una persona debió residir en Alaska durante todo el último año y tener, a la fecha de solicitud del dividendo, la intención de continuar viviendo allí indefinidamente.
No pueden solicitar el beneficio quienes hayan estado ausentes de Alaska por más de 180 días (salvo por razones justificable). Y, para no recompensar a los que han roto la ley, nadie que haya sido sentenciado de un crimen o haya estado encarcelado durante el último año resulta elegible.
Unos 644,000 alasqueños reciben ese pago, incluidos menores de edad, lo que en total suma unos 1.330 millones de dólares, más que todo el presupuesto anual del estado para educación.
Con todo, vivir en Alaska no es precisamente fácil, por lo inclemente del frío, la enorme lejanía y el costo de muchos productos y servicios. Por ello, ese dividendo es una gran ayuda para miles y miles de personas.
El petróleo fluye masivamente de Alaska, y sus regalías generan la mayoría de los ingresos estatales.
Fuente: www.contextotucuman.com
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