Lanillos, doctor por la Facultad de Informática de la Universidad Complutense de Madrid, ha logrado una beca Marie Sklodowska-Curie de la Unión Europea para investigar en el Instituto de Sistemas Cognitivos de la Universidad Tecnológica de Múnich (Alemania).
El proyecto Selfception, con una duración de dos años, pretende lograr que las máquinas aumenten su capacidad de percepción y aprendizaje para que se aproximen a los humanos e interactúen.
Y es que, tal y como explica a Efe este investigador, el principal problema de los robots autónomos aparece cuando salen de un entorno controlado, por eso hay que proveerlos de las capacidades necesarias para que puedan interaccionar con el mundo real.
Una de las posibles soluciones es que estos aprendan a reconocer su propio cuerpo y se distingan con respecto a otros elementos que los rodean, como lo hacen los humanos en su proceso de desarrollo.
Los robots actuales solo trabajan en entornos controlados y ejecutan acciones muy precisas que han sido programadas por un ingeniero. Sin embargo, los robots multisensoriales, con vista, tacto o audición, podrían aprender a reconocerse a sí mismos mediante la interacción con el entorno, y esto es lo que quiere lograr Lanillos, que para ello trabajará con un psicólogo.
La idea es que copien el aprendizaje humano: un niño primero aprende dónde está su mano y qué ocurre cuando toca algo, luego comienza a agarrar objetos, a saber que si los empuja se caen.
Este aprendizaje progresivo consigue crear en el niño una representación de su cuerpo y finalmente le permite diferenciar entre su cuerpo y otros, un paso imprescindible para que obtenga la capacidad de actuar voluntariamente en el mundo -en esto se basa la teoría sensomotora, que Lanillos tratará de reproducir-.
“Un robot que sabe que el movimiento que va a hacer tiene una consecuencia, es un robot seguro, que puede interactuar en un entorno que cambia y puede relacionarse con los humanos”, apunta Lanillos, quien añade que un algoritmo que permita al robot aprender su cuerpo de forma autónoma sería un “gran cambio” en la robótica.
“En mi proyecto, gracias a la incorporación de piel artificial, además de sensores, entre otros de visión, podremos dotar al robot de la capacidad para no solo aprender su cuerpo (relaciones espacio-temporales entre los diferentes sensores), sino a distinguir entre este y otros objetos del entorno o incluso otros agentes”.
“Queremos robots que no solo sepan jugar al ajedrez como Kasparow, sino que jueguen moviendo las piezas de ajedrez, al menos como un niño de 5 años”, concluye. EFE
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