¿Podemos saltar ya mismo, sin dar más vueltas, y no permitir que el ego quiera meterse a opinar y a confundirnos, ni el nuestro ni los egos de los otros, tan dispuestos a juzgar y controlar siempre nuestro vuelo? ¿Podemos ir más allá de lo que creíamos que éramos o de lo que nos dijeron que éramos, y asumir que somos tantísimo más que esa visión más bien corta de lo que es estar vivos? ¿Qué vida queremos en este instante? ¿Qué nos impide lograrla? ¿No es ridículo querer llevarnos el mundo por delante con un cuerpo tan frágil que desaparece en un instante? ¿Cuánto tiempo más vamos a dilatar la decisión de ser felices? ¿Le seguimos dando el poder a alguien sobre nuestra aparente realidad?
En india enseñan tres pasos simples para intentar controlar la ira, y evitarnos así la vergüenza y el daño que provoca ser esclavos de una emoción baja.
El primer paso es pensar en uno mismo, y mirar los propios errores o desaciertos con lupa, como si fueran enormes, para entender que nadie está exento de equivocarse. Incluso, pensar de qué modo podríamos nosotros haber causado esa situación que tanto nos afecta.
El segundo paso es mirar los errores de los demás como si fueran insignificantes, por más grandes que sean; comprender que todos estamos aprendiendo a vivir, haciendo lo mejor posible, y tomar a cada persona como un maestro que nos ayuda a mejorar.
Y por último, hay que recordar siempre que todo lo que sucede es perfecto por el solo hecho de que sucede. Todos somos perfectos, todos somos lo mismo. Si nos enojamos con otros, nos enojamos con nosotros mismos, con el universo, con Dios.
Nuestra mente incorpora programas mentales que nos limitan, y esas son nuestras creencias limitantes que heredamos generalmente de nuestra familia de origen, otras veces de la sociedad o de una mala lectura de nuestras experiencias. Descubrirlos y modificarlos nos oxigenan el alma y nos da fuerzas para avanzar.
El cambio es indispensable, si queremos salir enriquecidos de los desafíos que el universo nos pone a cada paso. Sé que las personas generalmente les tememos, pero un día nuestros sueños se van a ir enmoheciendo si no hacemos algo al respecto. Y el primer paso que debemos dar si queremos generar un cambio en nuestras vidas, es aprender a ser testigos de nuestros pensamientos para comenzar a controlar nuestros sentimientos.
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