Probablemente hayas visto esos anuncios de internet de perfumes con feromonas que dicen: "Esta fragancia contiene la concentración más elevada de feromonas humanas puras; atrae más miradas, más conversaciones y más atención de las mujeres".
La promesa es que con una rociada del elixir del amor vas a excitar a todo el que pase cerca de ti, o que por lo menos conseguirás una cita (incluso este tío). Pero hay un problema: a pesar de los más de 50 años de investigación en este campo, los científicos todavía tienen pendiente identificar por lo menos una sola feromona humana que sea responsable de desencadenar una respuesta sexual en los demás.
Eso no quiere decir que las feromonas (compuestos químicos que generan una respuesta biológica cuando las libera un animal y las percibe otro) no existan. En la naturaleza, sus efectos afrodisíacos son extrañamente poderosos. Por ejemplo, dale androstenona —una feromona producida naturalmente por jabalís— a una cerda y te ofrecerá su trasero, lista para la acción. Asimismo, las hembras de la mariposa de la seda secretan una feromona llamada bombicol, capaz de seducir a un macho y atraerlo desde muy lejos para bajarle los pantalones.
Los investigadores todavía no saben qué tipo de señales químicas intervienen en la excitación sexual humana, pero algunos estudios sugieren que producimos y recibimos feromonas, posiblemente de secreciones de las glándulas endocrinas (en partes como las axilas, los pezones o los genitales) o a través del sudor en general o del olor de la piel, explica Charles Wysocki, un investigador de las feromonas del Centro Monell de Química Sensorial, en Filadelfia. Y lo que sabemos es que hay mucha comunicación, quizá a través de cientos de compuestos a la vez (lo que se llama "huella olfativa") y que pueden influir en la selección de pareja (las huellas olfativas tienen demasiados compuestos para ser considerados feromonas).
En un estudio, se preguntó a las mujeres participantes que olieran camisetas usadas de hombre y que seleccionaran aquellos con los que les gustaría socializar. El estudio reveló que las mujeres se sintieron atraídas por las camisetas de aquellos hombres que tenían un grupo de genes que regulan el sistema inmune (llamado complejo mayor de histocompatibilidad o CMH) diferente al suyo, una elección que reforzaría el sistema inmune de su potencial descendencia. A su vez, otro estudio halló que los hombres que olían las camisetas de mujeres ovulando (en otras palabras, fértiles) tenían niveles más elevados de testosterona que los hombres que olían camisetas llevadas por mujeres que no ovulaban. Por supuesto, si estas sutiles señales realmente afectan en el mundo real o no, está por debatir. La atracción es una bestia compleja, y los humanos tendemos a depender de factores como un buen peinado y una conversación decente antes de conectar.
En última instancia, puesto que nuestros sistemas olfativos son tan complejos, lo que sabemos hasta ahora de las feromonas ha dejado a los investigadores con más preguntas que respuestas, pero la investigación sigue: "Hay una serie de laboratorios que ya están analizando este complejo conjunto de compuestos químicos", explica Wysocki, quien cree que es posible que algún día vivamos en un mundo con feromonas embotelladas que no sean un timo. Hasta entonces la gente puede seguir envidiando la las vidas sexuales de las mariposas de la seda.
Publicado originalmente en VICE.com
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