Ha pasado un mes desde que el huracán María hizo trizas el Caribe y Samuel De Jesús todavía no puede salir de su aislada comunidad en Puerto Rico. Este territorio estadounidense sigue sin energía e incomunicado por el azote de la tormenta el 20 de septiembre.
“No sabíamos qué hacer, nos volvimos literalmente locos”, recuerda Samuel, un residente de Río Abajo.
Esta pequeña comunidad en el montañoso municipio de Utuado, en el centro de la isla, sigue sin acceso vial porque el puente que la conecta al resto del mundo colapsó por la tormenta.
La ayuda comenzó a llegar al lugar por helicóptero el 5 de octubre, dos semanas después del paso del huracán.
“Fueron unos días difíciles, desesperantes. No encontrábamos salida y el huracán causó mucho daño”, dice Samuel, de 35 años.
En el lugar donde antes estaba el puente, los residentes instalaron un sistema de cuerdas para recibir suministros sobre un río contaminado con aguas negras por el colapso de una tubería.
Sobre el fragmento de puente que quedó, la comunidad instaló una bandera de Puerto Rico y un letrero que dice “Campamento de los Olvidados”.
Durante las dos largas semanas que siguieron al huracán, las 27 familias de Río Abajo vieron que sus reservas se terminaban. Samuel, que es diabético, necesitaba mantener refrigerada la insulina. “Pero ya se me estaba acabando la gasolina para la planta eléctrica”, recuerda.
Hoy en día, los residentes reciben consistentemente comida, agua y medicamentos por helicóptero, pero claman por un puente “para sacar nuestros vehículos y salir afuera en caso de una emergencia, o si ocurre un deslizamiento”, dice Samuel.
Como ellos, aún persisten en Puerto Rico comunidades que quedaron totalmente aisladas después del azote de María.
– La electricidad, principal escollo –
El viernes próximo, el senador Bernie Sanders -quien perdió ante Hillary Clinton las primarias demócratas el año pasado- viajará a la isla, informó a la AFP su equipo de prensa. Su visita ocurre luego de las numerosas críticas al presidente Donald Trump por la lentitud de su respuesta a la emergencia.
Los puertorriqueños son ciudadanos estadounidenses, pero no pueden votar en las elecciones presidenciales a menos que residan en el continente y su representante en el Congreso no tiene poder de voto.
La situación en la isla aún es precaria. Transcurrido un mes desde que el huracán atravesara Puerto Rico, el 81% de los clientes sigue sin electricidad y el agua limpia escasea.
La tormenta ha dejado hasta este viernes 49 muertos y las autoridades sanitarias estudian 74 casos sospechosos de leptospirosis, una enfermedad bacteriana vinculada a la contaminación de las aguas, según informó la gobernación.
La incapacidad de la estatal Autoridad de Energía Eléctrica (AEE) para poner en marcha el sistema ha sido el principal escollo con que tropiezan los puertorriqueños que quieren recuperar la normalidad.
Esto no sólo paraliza la producción de la industria farmacéutica, clave en la economía de la isla, sino que la mayoría de los comercios y empresas no están operando o lo hacen a un elevado costo por medio generadores a diesel.
Esta situación se produce a poco más de un año de que Washington estableciera una Junta de Control Fiscal para lidiar con la deuda de 73.000 millones de dólares.
El economista Joaquín Villamil dijo a la AFP que las pérdidas por María se estiman en 20.000 millones de dólares, casi cuatro veces las pérdidas producidas por el ciclón Georges hace 18 años, medidas en dólares de 2016.
Villamil opinó que los fondos de la agencia de gestión de emergencias FEMA y de las aseguradoras tendrán un impacto positivo en el PIB de la segunda mitad de 2018 y en 2019, pero que éste será temporal.
“Desde el punto de vista de la economía, no hay mucha ganancia neta”, subrayó el economista, presidente de la firma Estudios Técnicos.
Hay que recordar —explicó— que ya la economía venía contrayéndose desde 2006 y que María retrasará la recuperación.
Para el economista, volver al Producto Interno Bruto (PIB) real de 2006 tomará al menos hasta 2026 y posiblemente algunos años más.
También indicó que la salida de la población puertorriqueña hacia Estados Unidos agravará aún más la situación. Se proyecta que para 2026 la población se haya reducido a 3,1 millones, quizás menos, dijo.
El gobierno de Florida calcula que desde el 3 de octubre -día en que se activó una emergencia para hacer frente al éxodo- han llegado a este estado más de 36.000 personas provenientes de la isla.
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