Con humor, la Millennial Taylor Lorenz les entregó el centro del escenario a los adolescentes del mundo: "Durante los últimos 10 años mis amigos y yo fuimos las estrellas generacionales de la fiesta", escribió en Buzzfeed. "Nuestra importancia cultural ha comenzado a descomponerse. 2017 es el comienzo del fin de la era Millennial".
En efecto, este año cumplen 18 los mayores de la Generación Centennial, más conocidos como iGen o Gen Z, es decir que entran al mundo de los adultos. Y en el camino desde su nacimiento después de 1995, estos adolescentes le quitaron a la generación anterior el crédito de integrar el porcentaje mayor de la población en los Estados Unidos. Según la revista Forbes, hoy la iGen supera el 25% de la población, más que los Millennials y los Baby Boomers.
"Mientras ustedes, chicos locos, se entretenían imprimiendo spinners en 3D en los laboratorios de ciencia de sus escuelas, nosotros crecíamos", sintetizó Taylor. "Nosotros, los Millennials, creamos y perfeccionamos las redes sociales, pero hasta el CEO de Snapchat, Evan Spiegel, está hoy casado y es padre adoptivo".
Jean Twenge, profesora de Psicología en la Universidad Estatal de San Diego (SDS), los ha caracterizado en su libro iGen: Why Today's Super-Connected Kids are Growing Up Less Rebellious, More Tolerant, Less Happy —and Completely Unprepared for Adulthood— and What That Means for the Rest of Us (iGen: Por qué los niños hiperconectados de hoy crecen menos rebeldes, más tolerantes, menos felices —y en nada preparados para la adultez— y qué significa eso para el resto de nosotros).
"Nacidos en 1995 y después, crecieron con teléfonos celulares, tuvieron una cuenta en Instagram antes de comenzar la secundaria y no recuerdan una época anterior a internet", escribió Twenge. Su nombre para lo que otros llaman Gen Z viene del gusto de los adolescentes por los iPhones y otras cosas con i, como el individualismo, la irreligiosidad y la concepción —como tituló el capítulo 3 de su libro— "In Person No More" ("Ya no en persona"), es decir sólo de manera virtual. El 92% de los adolescentes tiene una huella digital y se reconocen adictos a los dispositivos de conectividad en un 50 por ciento.
Ironizó Lorenz al respecto: "No tendrán la alegría de inventar la selfie, pero probablemente le den una nueva vuelta interesante. Casi con certeza merecerán una tapa de la revista Time".
Si alguna vez las empresas pagaban asesorías de USD 20.000 por hora para entender cómo pensaban los Millenials, "ahora han comenzado a gastar el dinero en expertos en Gen Z, y con frecuencia les pagan a los propios adolescentes para que los aconsejen sobre qué está de moda", escribió. "Ya se ha llamado a la Gen Z 'el próximo gran transformador del comercio', y las empresas de consumo masivo se preocupan". Google, por ejemplo, encargó un estudio sobre la iGen: descubrió que Google les gusta tanto como la pizza y el helado.
Otra investigación privada intergeneracional realizada sobre 4.000 participantes, Generation Nation, sintetizó que la tecnología ha dado forma no sólo a la experiencia de la vida cotidiana de los Gen Z —no conocen la forma dial-up de internet, por ejemplo— sino a su cosmovisión.
No tienen el hábito de mirar programación en vivo con publicidad y en lugar de programas de televisión y películas prefieren contenido breve en streaming, al estilo de YouTube. Pero a diferencia de los Millennials, que en un 61% consideraban que las redes sociales son una parte importante de sus vidas, los iGen-ers lo creen menos: 49 por cierto. Tienen más conciencia de la disposición pública de lo que allí hacen, y por eso prefieren, por ejemplo, una red como Snapchat, que combina la fugacidad con el control de quién puede ver lo que se publica.
La valoración de la diversidad está más naturalmente incorporada a sus vidas: el 81% de los encuestados de la Gen Z manifestó tener amistades de diferentes etnias, más aun que los Baby Boomers (71%), quienes superaban a la Generación X y los Millennials. Algo similar con respecto a los géneros: el 59% tine amigos de distintas orientaciones sexuales, por encima del 53% de los Millennials.
Es, además, la generación étnicamente más diversa de los Estados Unidos hasta el presente: el 48% es no-caucásico. También por eso son más globales.
Les gustan los ambientes laborales de alta tecnología, mucha conexión y poca dependencia: el 72% de los adolescentes querría emprender su propio negocio. Sus expectativas son más elevadas —esperan lealtad de los productores de bienes de consumo hacia ellos, y no a la inversa— y su individualismo está en primer plano.
Twenge —autora también de un libro sobre los Millennials, Generation Me (Generación Yo)— cree que las pantallas móviles han afectado a los adolescentes al promover la conducta antisocial, prolongar la inmadurez ("conocen mejor el emoji correcto que la expresión facial adecuada a una situación") y aumentar la soledad, la depresión y la falta de interés en la política.
Según analizó el inversor y fundador de start-ups George Beall en The Huffington Post, los iGen presentan ciertas diferencias de importancia con sus antecesores. Por ejemplo, tienen menor capacidad de concentración pero "viven en un mundo de actualizaciones continuas", lo cual les permite procesar la información más rápidamente y ser mejores al realizar distintas actividades a la vez. Valoran la educación online en lugar de la formal: a diferencia de los Millennials, se espera que ingresen a la fuerza de trabajo en lugar de endeudarse para ir a la universidad.
La Millennial Lorenz advirtió a los iGen-ers: "Los van a celebrar y a humillar, los alzarán y los destronarán. Les echarán la culpa de una serie de tendencias absurdas que probablemente nada tengan que ver con ustedes: si a una empresa le va mal o un programa de televisión es un bombazo o una nueva droga extraña se populariza, será culpa de ustedes". Y enumeró algunas de las responsabilidades que se atribuyeron a su generación: mataron el golf, los cereales y el jabón en barra; arruinaron las vacaciones, el sexo y el sueño democrático.
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