Distintos cambios a nivel interno hacen que muchos adultos senior no sean conscientes del verdadero impacto de la falta de sueño en su salud
No es ningún secreto que poder conciliar un sueño profundo y lo suficientemente duradero como para levantarse descansado y repleto de energía para enfrentar la rutina diaria, a medida que pasan los años, resulta un desafío que va in crescendo, lo que trae aparejados los consecuentes efectos negativos para la salud y el estado de ánimo.
Es sabido que los adultos mayores duermen, en la gran mayoría de los casos, menos tiempo que los adultos jóvenes, a la vez que registran una peor calidad de sueño. El problema radica en que al alcanzar las ocho décadas de vida, la mayoría de las personas de la tercera edad sufren complicaciones de salud serias como producto de dicho inconveniente.
El deterioro de la calidad del sueño y la disminución de la cantidad de horas dormidas genera una cantidad de desafíos para los ancianos a nivel de salud. Es que el proceso que muchos subestiman como un simple reposo necesario para "descansar el cuerpo", en realidad tiene un efecto renovador mucho más profundo y vital tanto a nivel cardiovascular como de los sistemas inmunológico y metabólico.
Además, el poder descansar como corresponde permite recuperar la capacidad del cerebro de aprender y memorizar. El inconveniente radica en que superados los 30 años y a medida que los adultos jóvenes se acercan hacia las tan temidas cuatro décadas, las ondas de sueño profundo presentes a nivel cerebral van perdiendo fuerza, al reducir su tamaño y cantidad.
El hecho de dormir peor implica un mayor riesgo de sufrir enfermedades cardíacas, accidentes cerebrovasculares y de aumentar de peso, a la vez que va ganando protagonismo una proteína cerebral tóxica conocida como beta amiloide, la cual está ligada al Alzheimer.
Más cerca del medio siglo de vida, las personas registrarán niveles entre un 60 y un 70 por ciento menores de sueño profundo, en comparación con aquellos representativos de su juventud. Llegados los setenta años, el panorama resulta aún más desalentador ya que registra un porcentaje cercano al 90 por ciento menor en lo que hace al porcentaje obtenido de sueño restaurador.
Como si la perdida de sueño profundo no fuese suficiente, a medida que se van acumulando más canas también costará más dormir de forma continua sin interrupciones. Con más años, irremediablemente vendrán más momentos durante la noche en los que las personas se tendrán que levantar de la cama o simplemente permanecer varios minutos a mitad de la noche despiertos.
Entre las causas se encuentran los dolores musculares, como la necesidad de ir al baño debido a una vejiga más débil. A pesar de que muchos expertos recomiendan reducir la ingesta de líquidos durante las horas previas a ir a la cama, la estrategia no sería infalible, sobre todo entre los adultos más mayores.
Los especialistas en sueño calculan que al momento de alcanzar los 80 años de vida, la eficiencia de sueño de la persona promedio se ubicará por debajo del 80 por ciento, lo que significa que en un período de ocho horas acostados, se estará despierto, en la mayoría de los casos, más de una hora y media por noche.
Por último, los cambios a nivel del ritmo circadiano, o lo que comúnmente se conoce como el reloj interno que regula los períodos de sueño, implican que a medida que se envejece el cuerpo pedirá ir a la cama antes, debido a una liberación más temprana de melatonina en adultos al momento de aproximarse la noche, ayudada a la vez por una menor temperatura corporal.
El hecho de que el cuerpo pida ir a dormir más temprano, y hasta en algunos casos exija llevar adelante siestas a los largo del día, hará que resulte más complicado dormir como corresponde.
Distintos tratamientos con melatonina recetada pueden ayudar a mejorar la calidad y cantidad de sueño a la vez que estrategias menos ortodoxas, como la meditación, podrían ser efectivas, en un contexto donde la mayor exposición de los adultos mayores a smartphones y tabletas antes de ir a dormir tampoco colabora en generar las condiciones perfectas para conciliar el sueño profundo.
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