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“En Cuba hay cosas que tienen que ver con un embargo interno, con la mala administración”

Con observaciones y testimonios de uno y otro lado de los 500 km de mar que separan a la isla de Miami, “Ya tú sabes”, de Gabriela Esquivada, es un testimonio vivo de la fascinante transición cubana
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Cuba es una sociedad en transformación. Sabemos qué régimen está dejando de ser pero todavía ignoramos hacia dónde se encamina exactamente. O, mejor dicho, qué modelo de capitalismo será el suyo. Como dice Gabriela Esquivada, China es un espejo en el que al régimen cubano le gustaría mirarse. Salvando las enormes distancias.
El subtítulo de este libro, editado por Debate –"Expedición al enigma cubano: de la Habana a Miami, entre Fidel, Raúl, Obama y Trump"– refleja de qué es el resultado: un largo ir y venir entre las dos Cubas, la interna y la exiliada, y un recorrido por todas las paradojas de una transición por momentos desesperantemente lenta.
La periodista y editora Gabriela Esquivada descubrió al llegar a Cuba que no le resultaría tan fácil "entender". Y declara entonces que escribió el libro "desde esa imposibilidad", aceptando que el "enigma" indescifrado, "no impedía que me diera una vuelta por él, que lo rondara". "Que yo no pudiera escribir lo que me había imaginado no quería decir que otros no pudieran leer lo que saliera de la exploración, y dialogar", dice.
Por eso el "ya tú sabes", es expresión de los cubanos que da por sobreentendido lo que no resulta fácil comunicar.
Esta charla con la autora es un poco eso: un diálogo sobre todas esas impresiones recogidas de la contradictoria realidad cubana, de los esfuerzos cotidianos de sus habitantes para sobrevivir, de los nuevos vínculos entre la isla y los que la han dejado, en distintas oleadas y circunstancias, de la presencia soviética en Cuba y de los avatares de la relación con Estados Unidos.
Gabriela Esquivada es periodista y editora de libros. También escribió: Noticias de los montoneros: historia del diario que no pudo anunciar la revolución (Sudamericana, 2009).
— De todos los testimonios que fuiste recogiendo de cubanos dentro y fuera de su país, muchos de ellos con historias de vida increíbles, ¿qué fue lo que más te impactó?
— Probablemente las historias de los médicos. La Revolución quiso crear un país de profesionales. Los médicos son sus principales profesionales. En este momento también son un recurso económico.
— De exportación incluso.
— Claro, porque a los médicos que trabajan afuera se les paga en divisas y eso lo cobra el Estado. Entonces algunos médicos se van en misión tres años. Un día en Camagüey, fui con una de las personas que aparece en el libro como "El Poeta" a ver a los hijos de una amiga de él que estaba en misión por tres años con el marido, ambos médicos, y cuya madre estaba cuidando a los niños. La nena tenía 6 años, y había crecido mucho, era una chica muy despierta, muy adaptada. Y el chiquito no sé cuándo había sido la última vez que había visto a un papá…
— ¿Es por reglamento que no pueden ir con sus hijos?
— No, es una opción en realidad. Pero hay mucha protección a la infancia a su vez. Y los padres eligen también; en este caso específico porque al volver tienen una vivienda mejor como premio. Y a ellos también les pagan en divisas mientras están trabajando afuera. Ahora, también a algunos médicos les pagan en divisas dentro de Cuba, como una especie de "estímulo" porque el sistema de la doble moneda es muy difícil; tener cualquier cosa parecida al Euro marca una diferencia importante en la calidad de vida y en las cosas cotidianas. Y bueno, me impactó eso, que los médicos, que además son excelentes, mucha gente que vive en Miami, emigrados económicos básicamente, se hace tratar por médicos en La Habana…
— ¿Vuelven para La Habana a tratarse?
— Sí, porque mientras seas ciudadano tenés esos derechos. Y en Estados Unidos la medicina es cara y no todos los lugares son buenos realmente. Hay centros de excelencia pero si uno vive en un suburbio y tiene una emergencia no es lo mejor que le puede pasar.
 En Miami hay capas geológicas de exiliados
— ¿Cuánto tiempo estuviste en Cuba y cuánto en Miami?
— A ver, en Miami viví casi tres años. Y en Cuba, en La Habana y otros lugares, como Camagüey y Santiago, viajé varias veces. Debo haber viajado unas ocho veces calculo. Una vez con visa de periodista, para trabajar. El resto del tiempo, no estaba muy segura tampoco de lo que estaba haciendo con este libro porque me resultaba muy difícil entender y contar. 
(Crédito: Santiago Saferstein)
(Crédito: Santiago Saferstein)
— ¿Es posible cerrar esa grieta, por mucho tiempo tan honda, categórica, entre el exilio de Miami y Cuba?
— Es difícil. Pero supongo que si Barack Obama y Raúl Castro comenzaron, con la mediación de Canadá y El Vaticano, los acercamientos, presumo que ellos, que son gente que sabe más que yo de esto, creen que es posible. Yo percibo una cuestión generacional. Cuando se estrenó La vida es bella, muchos sobrevivientes del Holocausto estaban muy enojados -personalmente la película me resultó muy desagradable- y uno de ellos escribió: "El problema es que a medida que pasa el tiempo cada vez quedamos menos de nosotros y cada vez más otros pueden hacer esta clase de relatos". Acá veo lo mismo. En Miami en este momento hay capas geológicas de emigrados. Están los que se fueron en el 59. pero también hay gente que se fue antes, en tiempos de Batista. Eran emigrados. Y después de la gente del exilio más duro llegan 125.000 personas en 1980 en la llamada emigración del Mariel que son muy distintos. Étnicamente son distintos: hay mucho más afro-cubano. La primera emigración fue blanca básicamente. También es gente más joven. Y después vinieron los balseros.
 ¿Qué tú quieres?: ¿socialismo?
— Un exilio menos politizado.
— Mucho menos politizado. Los balseros ya son directamente gente desesperada porque Cuba estaba en una crisis muy profunda debido a la caída del Bloque del Este y la desintegración de la Unión Soviética. Y después de los balseros sigue llegando gente. En el 2016 hubo una crisis de varados en América Central, de gente que iba a pie desde Ecuador, atravesando una pila de fronteras en situaciones muy difíciles, con coyotes, igual que los mexicanos, guatemaltecos o salvadoreños. Esta gente viene con otras ideas. Un día, cuando fue el huracán Irma, estábamos haciendo una fila, todo el mundo con un montón de botellones de agua en el carrito, y un tipo dice: "¡Esto lo tendría que dar el Estado, porque acá uno paga impuestos!" y otro desde otra fila le gritó: "¡¿Pero qué tú quieres?! ¡¿Socialismo?!" Tienen como incorporado que uno tiene ciertos derechos en la vida. Es una mezcla muy grande. Creo que estas generaciones van a ver el conflicto de otra manera.
Raúl Castro y su sucesor Miguel Díaz-Canel
Raúl Castro y su sucesor Miguel Díaz-Canel
— Un tema al que aludís en el libro es la presencia soviética en Cuba, algo que todo el mundo parece haber olvidado. No sólo los cubanos parecen haber olvidado que fueron una colonia soviética sino toda la opinión pública pro-castrista. Es decir, toda la culpa la tiene Estados Unidos y de la Unión Soviética, que dejó a esa isla en un estado lamentable, no se acuerda nadie…
— En un momento pensé que el libro iba a sobre los 30 años de influencia de la Unión Soviética, porque ¿qué otro lugar de América ha tenido esa influencia? Cuba tenía españoles, y luego de los Estados Unidos. Nosotros, a los españoles, Brasil a los portugueses. Franceses, holandeses, ingleses, pero ¿soviéticos? Al principio la Unión Soviética no tenía mayor interés en Cuba porque, bueno, es el patio trasero de los Estados Unidos. Se habían repartido el mundo de otro modo. Pero luego ven que es la posibilidad de poner una cuña ahí y va un enviado secreto, luego uno formal y comienzan los acuerdos. Quizá el problema fue la falta de aprovechamiento local de todos los recursos que brindó la Unión Soviética para un desarrollo más autónomo. Después, cuando comenzaron las reformas de la era de Gorbachov, hubo una gran separación. Fidel Castro no estaba de acuerdo con lo que pasaba y lo manifestó, no fue una cosa discreta. No se podían encontrar ya las revistas soviéticas que circulaban antes porque hablaban de la glasnost y la perestroika. Presumo que Fidel Castro imaginaba el volumen de la catástrofe, algo de lo que yo no me doy una idea. O sea, no sé cómo es que caiga el PBI 35 por ciento en tres años. Sé que la gente perdió cinco kilos en promedio, que realmente se pasaba hambre, que no había electricidad porque todo el petróleo venía de la Unión Soviética. El 85 por ciento del comercio de Cuba en realidad venía del Bloque Socialista. Fue una tragedia tremenda.
— También puso en evidencia que la relación entre Moscú y La Habana no era muy diferente de cualquier otra relación colonial. Por  ejemplo los jugos de frutas cubanas venían enlatados de Bulgaria o de Hungría.
— Increíble. Ahora que hay como un revival de lo soviético en la isla, está de moda, hay restaurantes, hay una muestra sobre los dibujitos animados del Bloque del Este, la gente dice ¿te acordás de la carne en lata? Algo que nadie en sus cabales comería en un lugar donde hace tanto calor porque son unas carnes enlatadas con mucha grasa…
— Tal vez sea más fácil olvidar la presencia soviética en Cuba porque fue un poco de gueto. Los rusos vivían aislados de la población.
— Hay algunos casos. Pero en su mayor parte era gente que llegó y se fue como vos decís.
Un grupo de ciudadanos cubanos espera en la línea fronteriza de Nuevo Laredo (México) con territorio estadounidense (Archivo de Martí Noticias, 2017)
Un grupo de ciudadanos cubanos espera en la línea fronteriza de Nuevo Laredo (México) con territorio estadounidense (Archivo de Martí Noticias, 2017)
— Como los Marines que están en las bases norteamericanas en Europa.
— Exactamente. Pero hubo muchos otros casos de cubanos que fueron a estudiar a la Unión Soviética, en especial varones, que se casaban con mujeres rusas y volvían a la isla y eso generó familias que se llaman polovinos que quiere decir "agua tibia", familias mixtas.
 El problema número uno es que los disidentes, en vez de quedarse a ser oposición, emigraron, echaron raíces en otro lado
— Siempre les pregunto a los cubanos o a la gente que visita Cuba, ¿por qué hay tan poca oposición al régimen a pesar de que la gente individualmente critica, expresa su enojo, hasta habla mal de Fidel. Una respuesta es que como el Estado es el gran empleador, y no existe un sector privado importante, el que expresa disidencia queda excluido de la sociedad, de la posibilidad de trabajar y hasta de estudiar. En tu libro aparece otra explicación y es el exilio, es decir que la mayor parte de la gente que podrían encarnar esa oposición se ha ido.
— Realmente creo que el problema número uno es que en vez de quedarse a ser oposición emigraron, echaron raíces en otro lado. En este momento en los Estados Unidos el tema Cuba se ha convertido en una cuestión de política interna, o sea  para el voto a la Casa Blanca, importa la posición del Presidente sobre eso, se discute sobre eso. A mí me llama mucho la atención que, habiendo como un arco bastante grande de lo que va de la disidencia a la oposición, según los nombres que se da cada quien a sí mismo, y los que el propio gobierno cubano les otorga, no hay una articulación.
 Un escritor cubano me dijo: ‘Tu perspectiva de afuera te impide entender por qué los cubanos apoyan o fingen apoyar a su gobierno’
Un escritor cubano que leyó mi libro me escribió: "Hay una sola cosa que no entendés y no vas a poder entender porque sos extranjera. Todo lo bueno que tiene tu perspectiva de afuera de poder mirar sin apasionamiento te impide lamentablemente entender por qué los cubanos apoyan o fingen apoyar a su gobierno". Es lo más difícil evidentemente. Yo también creo que el Partido Comunista es el único que hasta ahora tiene un proyecto político. El resto de los grupos hasta que no se articulen en alguna dirección no van. En el 59 era una mezcla de gente muy distinta, pero todos tenían una sola idea que era "vamos a sacar a Batista del poder, vamos a volver a la Constitución de 1940". Después, en qué se transformó eso es otra historia. Hubo gente que pasó veinte años presa y había luchado en la Sierra Maestra con Fidel y Raúl Castro. Ahí todos tenían un objetivo pequeño pero que los unificaba en sus diferencias. Eso es lo que yo no veo hoy en los que están en contra, suave o fuertemente, del gobierno de La Habana.
— ¿Puede todavía haber una marcha atrás en la mínima apertura al privado que hay hoy? Porque ahí está la clave. Si permiten la iniciativa individual, a la larga eso se trasladará a la política. Ya hubo una apertura y una marcha atrás en tiempos en que Fidel todavía vivía.
— Esto que señalas es algo que los cubanos decían cuando asumió Raúl Castro: "Otra vez ponen el empleo por cuenta propia. Después lo van a sacar". Porque en su momento, en el 94, cuando se abre un poquito a la privatización, Fidel Castro tiene un conflicto con los productores rurales y les quita unos 100.000 permisos. Había una especie de desconfianza. Pero Raúl Castro mantuvo el cuentapropismo, Díaz-Canel lo mantiene y creo que el tema de la reforma constitucional es un primer indicio del realismo de los cambios. Lo principal va a ser la economía, y eso va a traer consecuencias. Con los cambios de gabinete que se dieron ahora, ¿qué cambió? Economía, Comercio Interior, Justicia y Salud Pública. El resto fue confirmado, es un gabinete de treinta y cuatro personas entre ministros y secretarios. Y el tema de la reforma constitucional…
— Escuché que quieren sacar la palabra comunismo. Puede ser algo formal, pero en el fondo significa mucho.
— Es muy simbólico, y la política está hecha de símbolos. Creo que es importante, que es una señal.
(Crédito: Santiago Saferstein)
(Crédito: Santiago Saferstein)
— Cuando los cubanos dicen "queremos avanzar con estas reformas preservando los logros de la Revolución". A esta altura, ¿qué consenso puede existir en torno a cuáles son esos logros?
— Claramente lo que todo el mundo sabe ya, la salud y la educación. La protección a la infancia es muy importante. Los niños son sagrados, no hay un niño que trabaje. Hay otros que también hablan de la libreta, de que todavía es un gobierno que piensa en la seguridad alimentaria de sus habitantes. Pero yo creo que hay cosas que preceden a la Revolución, que tienen que ver con ese discurso de "lo vamos a hacer a nuestra manera". Cuba tiene una idea de ciudadanía y de nacionalidad muy fuerte. Como Argentina, como Brasil, no como el resto de los países del Caribe y de América Central. Este sentimiento es muy anterior a la Revolución, está muy arraigado en la cultura cubana y se refleja en la política. Que los cambios sucederán por las dinámicas de la sociedad y ya. Por eso no creo que sean tan formalmente los logros reales del socialismo. Están esas cosas, pero sobre todo está esto de la autonomía de los cubanos, del vamos a hacerlo a nuestra manera, no como dice la Unión Europea, ni los Estados Unidos, ni China. A pesar de que claramente China y Vietnam son modelos para la economía cubana.
— Claro, imagino que la aspiración de quienes controlan las riendas del poder es desarrollar la economía sin soltar el manejo político.
— Exacto, exacto.
 Estados Unidos podría cuadruplicar el volumen de su comercio con un país que tiene al ladito y que culturalmente es muy afín
— Hay que ver si pueden, pero es lo que están intentando. ¿La llegada de Donald Trump modificó mucho la situación?
— Hay más desasosiego y la idea de que ahora hay que esperar un tiempo, nada más. Pero tanto en el Partido Republicano como en el Partido Demócrata las posiciones sobre Cuba están muy divididas. Hay gente que está en contra de cualquier relación con el gobierno de La Habana mientras no sea de otro signo y tenga un modelo político similar a las democracias occidentales. Otros dicen ¿por qué no hacemos negocios con Cuba? Que ya hacemos, porque hay un montón de cláusulas de excepción en el embargo que tienen que ver con alimentación, medicamentos. Ahora, Estados Unidos podría cuadruplicar el volumen de su comercio con un país que tiene ahí al ladito y que culturalmente es muy afín. Hay mucha división dentro de los partidos y dentro de la misma sociedad estadounidense, ni que hablar de la comunidad cubana. De todas maneras lo que cambió centralmente con la llegada de Trump es que Cuba volvió a ser un tema América Latina; "ok, nos ocuparemos de eso cuando hayamos resuelto los problemas principales que tenemos".
— Bueno, es el eterno debate sobre si el bloqueo, que no es un bloqueo exactamente, y todo ese discurso anticastrista, anticomunista, perjudicó o benefició al régimen. Los cubanos sufren siempre, pero ¿no fue éste el gran punto de apoyo de Fidel y su posibilidad de victimizarse eternamente?
— Exacto, exacto. Y si bien tiene impacto real, porque por ejemplo si vos comerciás en dólares tenés una penalidad igual que las empresas que comerciaban con Cuba antes de la apertura, según las dos leyes que marcan qué es esto que yo llamo embargo/bloqueo porque cada uno le pone su nombre y no soy quién para cambiárselo, esto siempre ha sido muy útil para el discurso de "el mundo contra nosotros". O sea, para reforzar esa idea de autonomía, de nacionalidad, no por nada es una isla, por otra parte.
 El embargo/bloqueo no ayuda, pero las cosas internas no tienen una sola manera de resolverse; y la que se elige no siempre es buena
— También ha servido para justificar todos los fracasos económicos del régimen.
— Claro. Pero hay fracasos que lo son en sí mismos. Por ejemplo, lo que se llamó "La zafra de los 10 millones", un gran proyecto nacional de llegar a 10 millones de toneladas, es algo que organizó Fidel Castro, que movilizó mucho a toda la sociedad, a los jóvenes, pero la meta no se cumplió y en eso no tuvo nada que ver el exterior. Hay elementos que tienen que ver con lo que se llama un embargo interno que es un concepto de un académico, Ted Henken, que tiene que ver con los problemas de la mala administración. El embargo/bloqueo no ayuda, desde luego, pero las cosas internas no tienen una sola manera de resolverse; nada se resuelve de una sola forma nunca en ningún lado y la manera que se elige no siempre es buena. Entonces, además del embargo real, hay un embargo que tiene que ver con las posibilidades económicas reales de la administración.
(Crédito: Santiago Saferstein)
(Crédito: Santiago Saferstein)
— Además Cuba ha sido uno de los países comunistas de mayor control estatal de la economía. Mucho mayor incluso que varios países europeos de la órbita soviética.
— Y sí, recién ahora en la reforma constitucional que se propone se va a hablar claramente de propiedad privada. En este momento casi un tercio de la economía de la isla son emprendimientos privados, pero de pequeña escala. Cuando son de cierto volumen, el Estado es socio de las empresas. Por ejemplo en el turismo, que es la industria más famosa desde la crisis del año 89 hasta ahora. Entonces, recién ahora se va a hablar de otras alternativas. Raúl Castro, antes de ser president, fue ministro de Defensa muchos años y las Fuerzas Armadas dirigieron la economía. Él mismo mandó a un montón de personas a estudiar administración de empresas a Europa cuando la crisis de 89 y esa gente pudo surfear la ola. Entonces, el control del Estado sobre la economía se ha mantenido fuerte y sólo ahora habrá que ver en qué dirección cambia porque este 30 por ciento de la economía en manos privadas son cosas pequeñitas la verdad.
 La prensa cubana me resultó desesperante: los mismos titulares en tres diarios distintos, en el noticiero del mediodía, en el programa de la noche…
— ¿Qué pasa con la información? Los cubanos vivieron por años en una burbuja. Alguien me contaba por ejemplo que se sorprendían al saber que en Argentina también la educación y la salud son gratuitas. ¿Están ahora más enterados de lo que pasa en el mundo?
— Hay dos elementos. Como en todas partes, el acceso a la tecnología y a la información marca una brecha. Incluso en países desarrollados tener o no un Smartphone cambia mucho tu posición ante el derecho a la información. El otro tema es la prensa. La prensa me resultó desesperante: los mismos titulares en tres diarios distintos que leía a la mañana y después cuando me iba a conectar todos los medios del interior reproducían más o menos lo mismo con las mismas palabras. El noticiero del mediodía igual. A la noche, el programa político Mesa Redonda, el más importante, las mismas cuestiones. El noticiero de la noche lo mismo. Es desesperante….
— Da una sensación de encierro.
— Exacto, me sentía en un ascensor chiquitito metálico, o sea tremendo. Ahora, como en todo lo demás, los cubanos se las arreglan. En primer lugar, hay algo que se llama "paquete semanal", que es un terabyte de información que llega todos los domingos y se reproduce en discos rígidos externos y en memorias y ya el jueves todo el mundo lo ha compartido. Entonces si uno tiene alguna posibilidad de conexión a internet se puede estar informado, acceder a muchas webs. Ahora, el acceso a internet es caro, escaso, lento y básicamente es del Estado. Pero los que acceden a internet se las arreglan y después esto se reproduce. Un campesino que quizás tiene más recursos económicos que un estudiante de La Habana, ¿tiene el mismo acceso a la información? Y no. Es una sociedad donde tantas cosas cambian al mismo tiempo que cuesta mucho entender estas… no diría desigualdades, sino asimetrías. Porque de pronto lo que está bien para un lado está mal para el otro, es muy difícil ecualizar. ión cubana

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