El álbum "Both Directions At Once. The Lost Album", de reciente salida, estuvo desaparecido por 55 años por razones insólitas. Los detalles detrás de una sesión musical de 1963, que hoy se convirtió en una obra de 14 temas
El pasado jueves 6 de julio, algo más de cien personas se reunieron en la sala Cúpula, del CCK de Buenos Aires, para oír un disco editado el 28 de junio de este año en el hemisferio norte y distribuido con cuentagotas y a precio estratosférico en unas pocas disquerías. Se trata de Both Directions at Once: The Lost Album, del saxofonista y compositor John Coltrane, uno de los mayores innovadores de la música popular de la segunda mitad del siglo XX.
A diferencia de las muchas grabaciones de Coltrane que se publicaron póstumamente y que, por regla general, corresponden a conciertos o programas radiofónicos registrados en vivo, en la oportunidad se trata de una grabación hecha en estudio, en 1963, que estuvo a cargo de Rudy Van Gelder, acaso el más célebre ingeniero de grabación de la historia y uno de los hombres que más ayudó a definir el sonido del jazz moderno.
Se trata, sin duda, de un hecho extraordinario. Tal es así que Sonny Rollins –el otro gran saxofonista tenor contemporáneo, que por amistad con John Coltrane se llamó a silencio por más de dos años para que su amigo recibiera el reconocimiento que merecía–, señaló que el hallazgo era tan importante como haber descubierto una nueva cámara oculta en la Gran Pirámide.
Probablemente, Rollins, que hoy tiene 88 años, exagera: Coltrane murió hace cincuenta y un años, y, en principio, nadie tenía noticias de la existencia de esas cintas que habían quedado en manos de Juanita Grubbs, la primera esposa del saxofonista.
Coltrane la había conocido en Filadelfia, en la casa del contrabajista Steve Davis. Como muchos otros afroamericanos de la época, para entonces ella ya se había convertido al islamismo y había adoptado el nombre Naima –en árabe, "tranquila"–, que todo el mundo llegó a conocer bien ya que Coltrane tituló así una de sus más bellas baladas, incluida en el álbum Giant Steps, de 1959.
Coltrane y Naima se casaron en 1955. De inmediato, el músico adoptó a Antonia –más tarde rebautizada Saeeda o Syeeda–, hija de Naima, que por entonces tenía 5 años. Ya instalada en Nueva York, la familia vivió bajo un mismo techo hasta 1963, fecha en que Coltrane conoció a la pianista, organista, arpista y compositora Alice McLeod (más tarde rebautizada Turiya; 1937 –2007). Con ella, en 1965, tuvo un hijo, Ravi. Luego de divorciarse de Naima, en 1966, John y Alice se casaron.
Todas estas circunstancias de la vida privada de Coltrane importan aquí para el desarrollo de la historia, ya que, por cuestiones contractuales, Impulse! –sello del músico durante esos años–, estaba obligado a darle a Coltrane una copia monofónica de todo lo que éste hubiese grabado, independientemente de que las otras copias quedaran en manos de la compañía. De modo que, al cabo de esa sesión –que tuvo lugar el 6 de marzo de 1963–, Coltrane le entregó su copia a Naima para que ella la conservara. Ella se la quedó y, al poco tiempo, vino la separación.
Para que se entienda el desarrollo de este relato, importa ahora destacar aquí que, dada la política de la empresa, varias veces vendida y reubicada en distintos puntos de los Estados Unidos, las cintas originales de la sesión fueron destruidas porque algún ejecutivo juzgó que ocupaban espacio en el depósito donde habían sido almacenadas. Así las cosas, la única copia de esa grabación, probablemente olvidada entre muchas otras cintas, quedó en manos de Naima hasta su muerte, en 1996.
En ese momento, Antonia/Saeeda accedió a una caja guardada por su madre, en la que había diversos materiales que decidió entregar a la compañía Universal, actualmente propietaria del catálogo del sello Impulse! Ravi Coltrane –también saxofonista como su padre–, fue designado curador de esas cintas para ver qué había en esas ellas y así, casi por accidente, al cabo de muchos años, llegó al mercado Both Directions at Once: The Lost Album, título que alude a una explicación que John Coltrane le diera a su amigo y seguidor Wayne Shorter, otro de los grandes saxofonistas tenores de la segunda mitad del siglo XX, a propósito de cómo veía él la música: "Se trata de empezar una frase por la mitad y tratar de ir al principio y al final al mismo tiempo". La frase parece calcada del método de composición que declaraba el poeta galés Dylan Thomas: "Una frase da otra, que produce una tercera, que anula a las otras dos y así hasta formar una estrofa".
Ahora bien, toda esta historia, que ahora se despliega, se dispara hacia muchos campos posibles de reflexión. El primero se vincula con la manera de proceder de las compañías discográficas. Al cabo de unos pocos discos, si las expectativas de venta no se cumplen, por más que un artista tenga programada una X cantidad de álbumes, estos no se editan. El artista pasa a otra compañía y, eventualmente, a otra. Suponiendo que en la tercera efectivamente tuvo éxito, entonces las compañías que lo grabaron antes empiezan a inundar el mercado de música que ya no corresponde al presente del artista.
En este sentido, el caso de Coltrane resulta paradigmático porque buena parte de su catálogo fue editado a destiempo, cuando él ya estaba en otras instancias de su carrera o cuando, lisa y llanamente, ya no estaba. Así, dejando de lado los muchos álbumes en los que participó como miembro de grupos liderados por otros músicos, vale la pena considerar que, como líder, Coltrane grabó para los sellos Prestige (15 álbumes entre 1957 y 1958, de los cuales sólo cuatro fueron editados durante los años en que perteneció legalmente al sello), Blue Note (apenas Blue Train, de 1957, aunque muchos años después el sello, ya propiedad de una multinacional, editó dos veces algunos de sus shows con Thelonious Monk), Savoy (3 álbumes de 1958), Atlantic (7 álbumes, pero sólo cuatro aparecieron entre 1959 y 1962, cuando todavía era artista del sello) y Pablo (4 álbumes grabados entre 1962 y 1963, todos editados póstumamente).
La relación más estable, fructífera y ventajosa la tuvo con el sello discográfico Impulse!Ésta se extendió entre 1961 y 1967, año de la muerte del saxofonista. Durante ese lapso, la compañía grabó 35 álbumes de Coltrane. De todos ellos, 9 aparecieron de manera póstuma. Pero lo interesante, lo que vale la pena destacar, es que buena parte del material póstumo se limitó a grabaciones de conciertos. Por eso, una de las razones por las que la edición de Both Directions at Once: The Lost Album constituye un acontecimiento radica en que se trata de un material grabado siguiendo un programa definido y las posibilidades de un estudio de grabación.
El segundo tema de reflexión es determinar si Both Directions at Once: The Lost Albumes efectivamente un álbum o, como solía ocurrir, apenas una sesión o ensayo que fue grabado sin la finalidad de convertirse en disco. Hay evidencias en los dos sentidos. Por un lado, el crítico, periodista y productor Ashley Khan –autor, entre otros títulos, de The House That Trane Built: The Story of Impulse Records (2006) [hay una floja traducción castellana: El sello que Coltrane impulsó. Impulse Records: la historia, publicado también en 2006 por la ya difunta Global Rhythm, de Barcelona]– señala en el librito que acompaña al CD que Bob Thiele, el productor de los discos de Impulse! de Coltrane, estaba tratando de encontrar un equilibrio entre música que fuera más accesible para un potencial comprador de los discos –principalmente standards (vale decir, música proveniente del repertorio del espectáculo musical o temas de jazz probados por el tiempo y, por lo tanto, reconocibles para el público) y las cada vez más riesgosas innovaciones que el saxofonista había introducido en sus propias composiciones.
Así, a Ballads (1963), Duke Ellington & John Coltrane (1963) y John Coltrane and Johnny Hartman (1963, grabado un día después del álbum recién descubierto), son todos discos claramente "amables", a los que se podrían oponer Impressions (1963) y Live at Birdland (1964), donde la música, que le exige al oyente algo más de atención, proviene de una mezcla de registros en vivo y de estudio unos al lado de otros. De acuerdo con Khan, Both Directions at Once: The Lost Album combina claramente esos dos mundos e incluye, por caso, Vilia –una melodía que proviene de la opereta Die Lustige Witwe (La viuda alegre), de Franz Lehar–, el standard Nature Boy –de Eden Ahbez– con Impressions, One Up, One Down y dos temas sin título, todos estos firmados por Coltrane. "La duración de todas las tomas del 6 de marzo –anota Khan– se adecuan al tiempo apropiado para los dos lados de un LP. Adicionalmente, cada surco equilibra y empareja el lado A y el B de un disco."
Por supuesto que no todo el mundo piensa de este modo. Hay opiniones muy calificadas, aunque menos glamorosas que las de Ashley Khan, que suponen que la argumentación de este último es floja, sobre todo si se considera que fue el crítico elegido para escribir las notas de un disco que busca promocionarse y venderse como si se tratara de una verdadera joya. Más lógico y sensato sería pensar que, dado que por esos días Coltrane estaba tocando en el Birdland, lo de esa tarde había sido apenas un ensayo que se grabó.
O, como en tantas otras ocasiones, que Coltrane y su cuarteto esa vez simplemente grabaron materiales que eventualmente podrían ser utilizados para preservar eventuales ideas y nada más, algo que también se hacía, sobre todo cuando se trataba de músicos alrededor de los cuales giraba buena parte de la atención de la comunidad musical de su tiempo y podían permitirse ese privilegio. Y en el caso de Coltrane y el sello Impuse! así era. Bob Thiele, de hecho, reservaba continuamente horas de grabación sin que mediara ningún compromiso de álbum. Muchos de esos materiales, mezclados con actuaciones en vivo, se convirtieron así en parte de su legado. La práctica fue repetida hasta la saciedad, pero hasta la fecha nadie parecía saber de la existencia de estas cintas.
Both Directions at Once: The Lost Album se presenta bajo la forma de un album doble. El primer CD contiene siete temas, al igual que el segundo (existe una versión simple, que no incluye las tomas alternativas). Coltrane se presenta aquí con su cuarteto clásico, compuesto por él en saxo tenor y soprano, McCoy Tyner en piano, Jimmy Garrison en contrabajo y Elvin Jones en batería.
En total son siete temas, algunos de los cuales presentan varias tomas. De Impressions, por ejemplo –que en otra oportunidad le daría título a otro álbum– se ofrecen cuatro versiones muy distintas entre sí y también distintas de la que efectivamente apareció en vida de Coltrane; de Vilia hay dos versiones; de One Up, One Down, otras dos. Asimismo, hay también dos versiones de los temas Untitled Original 11383 y de Untitled Original 11386, nunca antes ni después vueltos a tocar. Luego, como fue dicho más arriba, hay una muy interesante versión en tiempo rápido de Nature Boy. Coltrane volvería a este mismo tema, pero modificando significativamente el tempo, en The John Coltrane Quartet Plays, un álbum de 1965, con una versión el doble de larga y un segundo contrabajo tocado por Art Davis.
Por lo demás, se trata del cuarteto clásico inmediatamente antes de la etapa más experimental de la obra de Coltrane. A diferencia de otros discos, en éste, el saxofonista parece mucho más concentrado en el saxo sosprano que en el tenor. De hecho, llama la atención que en las distintas tomas de un mismo tema cambie el tenor por el soprano, como si estuviera tratando de descubrir el instrumento más apropiado para tocar. Por su parte, Jimmy Garrison tiene oportunidad en Nature Boy de lucirse con un muy singular solo con arco, algo poco frecuente en sus grabaciones previas y posteriores con el cuarteto.
A pesar de la importancia de sumar una pieza más al rompecabezas, la escucha reiterada y las comparaciones con otras versiones de Coltrane de esos mismos temas hacen que Both Directions at Once: The Lost Album sea apenas una curiosidad. De ninguna manera se trata de uno de los más originales discos de la dilatada discografía coltraneana. De hecho, no es un lugar por donde empezar a escuchar a Coltrane. Con todo, tratándose de los músicos que son, su nivel de excelencia hace que incluso en un disco menor el punto de partida sea muy alto. Para los fanáticos puede que este descubrimiento sea una de las pocas buenas noticias del año, en un año necesitado de buenas noticias.
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