Hace exactamente treinta años, Ana Belén y Víctor Manuel unieron fuerzas para un disco en común. La empresa fue un éxito resonante:
Para la ternura siempre hay tiempo vendió mucho (300 mil copias sólo en España) y transformó definitivamente a “La puerta de Alcalá”, una canción del grupo de folk rock madrileño Suburbano, en un himno popular. Transcurría 1986, el PSOE de Felipe González era un partido más poderoso y menos cuestionado que hoy. Ana y Víctor eran pareja desde mucho antes: en 1971 se conocieron en el rodaje de la película Morbo, de Gonzalo Suárez, y nunca más se separaron. Y lo confiesan hoy sin tapujos, no esperaban para nada ese suceso: “De hecho fue un disco muy particular, nacido de otros dos -uno de Ana (Para la ternura) y uno mío (Siempre hay tiempo)- que terminaron en una misma edición. Apenas cantábamos tres temas juntos -recuerda Víctor Manuel-. En realidad nadie puede programar un éxito. Los únicos que acertaron en el tiempo, continuadamente y de una manera comprimida, fueron los Beatles. Las compañías tratan de copiar modelos para repetir éxitos, pero sólo se da cuando la gente quiere. Y la gente no quiere siempre”.
Fue sin embargo una multinacional, Sony Music, la que tentó a la pareja con un reencuentro discográfico el año pasado, calculando que podría tener buena repercusión. Al fin y al cabo, de eso se ocupan las compañías de ese porte. Y la idea funcionó: lo certifican las entradas agotadas en casi todas las fechas de una gira por 23 ciudades españolas y la muy buena respuesta en el tour latinoamericano que incluye a la Argentina. En Buenos Aires, la alta demanda obligó a agregar un show al que estaba originalmente previsto, así que esta noche, en el teatro Gran Rex, los españoles volverán a mostrar en vivo el heterogéneo repertorio de su último disco: temas de Rubén Blades, Leonard Cohen, Billy Joel, Chico Buarque y Tom Jobim, Astor Piazzolla y Mario Trejo. “Obviamente estamos felices con lo que viene pasando con el tour, pero después de tantos años de estar en esto, nos lo tomamos con calma -explica Ana-. Hemos estado en situaciones muy placenteras, con una relación estupenda con el público, y también en otras completamente diferentes, más exigidas. Ya somos veteranos, cantábamos cuando todavía vivía el dictador (por Francisco Franco). Entonces sabemos perfectamente que hay momentos dulces y amargos. Cuando lo conocí a Víctor, él era un cantante con un éxito apabullante. Y de repente, la nada: todo estaba prohibido y no había posibilidades de salir adelante. Ahí aprendí a relativizar el éxito. Está bien disfrutarlo, saber que tu trabajo le gusta a la gente es hermoso porque en definitiva uno hace todo esto para que lo quieran un poquito más, pero nunca perdemos la cabeza. Sobre todo porque venimos de un país árido, duro, donde siempre hay alguien esperándote a la vuelta de la esquina con una piedra para tirarte.”
Ese “país árido” del que habla la artista madrileña hoy vive, según su propio criterio, “una situación confusa y paradójica, porque lo que la ciudadanía ha votado ha sido esto que tenemos: que se acabe el bipartidismo, que ingresen al Parlamento nuevas fuerzas políticas. Pero al mismo tiempo nadie entiende que todos debemos ceder un poquito, es algo que todavía no hemos aprendido”, remarca. Víctor Manuel es aún más pesimista: “De este acuerdo que tendremos saldrá seguramente un gobierno débil, que durará lo que dure. Pero lo más decepcionante es que lo que creíamos que era la nueva política es tan vieja como aquella a la que venía a reemplazar”.
Ana Belén y Víctor Manuel continuarán apelando a la nostalgia: terminado el tour latinoamericano de Canciones regaladas, se pondrán a trabajar en una gira española que rememore la etapa de El gusto es nuestro, un disco que grabaron en 1996 con Joan Manuel Serrat y Miguel Ríos, y cuya gira de presentación fue todo un suceso: medio millón de entradas vendidas en España y nada menos que cinco shows en el Luna Park en diciembre del 97. Prometen traer el espectáculo a Buenos Aires, seguramente el año que viene.
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