Hace siete años, en un club de la Torre Mayor, a Fabiola Finkmann la escuchó el asistente de Armando Manzanero y rápidamente la invitó al programa que el maestro tiene en el IMER.
Ahí cantó con Manzanero, la entrevistó y terminando el programa le hizo una propuesta a la que no pudo negarse. Para Fabiola, Manzanero fue un parteaguas. “Él cambió mi carrera, hizo que la gente se fijara en mí”.
A pesar de que él le dice que el éxito se debe a su talento, ella cree que sin él su carrera no sería la misma. Fabiola dice que la palabra que mejor la describe es pasión. “Amo el don que me regaló Dios”, y agradece que la use para tocar los corazones de las personas a través de su voz.
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