REDACCIÓN INTERNACIONAL.- La escena se repite cada tarde en miles de hogares: un adolescente hace los deberes con la música a todo volumen… y sus padres le preguntan cómo puede estudiar con tanto ruido.
A primera vista, la duda tiene sentido: parece contradictorio que podamos concentrarnos mejor en una tarea haciendo dos cosas a la vez. Pero en este caso el hijo tiene razón: la ciencia está de su lado.
Eso sí, no vale cualquier tipo de música. Un simple ritmo repetitivo no ayuda, ya que resulta muy aburrido. Tampoco funcionan los ritmos muy complejos y caóticos, como los del free jazz. Según algunos expertos, la clave está en encontrar el punto medio. Y éste se encuentra en ritmos funk como los de James Brown. Un estudio llevado a cabo por el profesor Morten Kringelbach de la Universidad de Oxford revela que nuestro cerebro tiene mayor preferencia por este estilo musical: ni muy predecible… ni muy caótico.
Al escuchar música, nuestro cerebro segrega dopamina, lo que mejora nuestro humor y nos produce placer. Esto no sólo incrementa nuestra felicidad, sino que mejora nuestra concentración y, por tanto, nuestro rendimiento laboral. Así lo demostró la investigadora Teresa Lesiuk, de la Universidad de Windsor (Canadá), tras estudiar el efecto de la música en los trabajadores de una pequeña empresa. Estos terminaban sus tareas más rápido y, además, generaban ideas más originales que los que trabajaban en silencio.
La música tiene otra ventaja. En el momento en el que nos ponemos nuestros auriculares, nos protegemos del resto de distracciones. El mecanismo es sencillo. Nuestro cerebro tiene dos sistemas de atención: uno consciente, que nosotros controlamos, y uno inconsciente, que actúa por su cuenta. Este sistema inconsciente no se cierra mientras llevamos a cabo una tarea, así que hasta el ruido más ligero puede quebrar nuestra concentración: del mero tic-tac de un reloj al tecleo de una persona en el ordenador.
«La música refuerza la red neuronal por defecto, unas regiones del cerebro responsables de su actividad mientras estamos en reposo o divagando», explica el doctor Manuel Arias, Coordinador del Grupo de Humanidades de la Sociedad Española de Neurología. «Esto nos beneficia cuando pensamos o estamos en un estado de introspección».
En su estudio, Lesiuk hacía hincapié en la importancia para el rendimiento de que cada uno elija personalmente qué tipo de música le ayuda. Algo que también defiende Arias: «No hay un patrón claro. A muchas personas les ayuda la música clásica; a otras les horroriza».
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