El divorcio de Angelina Jolie y Brad Pitt fue el preámbulo perfecto para el regreso a la pantalla chica de Sarah Jessica Parker, quien protagonizó la exitosa serie Sex and the City hasta 2004.
Nueva York vuelve a ser el escenario en el que la intérprete le da vida a un personaje. Ahora se trata de Frances, una mujer vulnerable que debe afrontar un proceso de divorcio después de más de una década de casada y con dos hijos. Pero cuando decide comenzar su vida desde cero se da cuenta de que las cosas son más difíciles de lo que imaginaba.
Thomas Haden Church (nominado al Oscar por Entre copas) es Robert, el marido que intenta lidiar con el fracaso de su matrimonio. Entre incómodos encuentros y sesiones de terapia, las consecuencias también las vivirán sus hijos y amigos.
HBO concedió en exclusiva una entrevista a la estrella del show, que también es su productora.
—Divorce es considerada una comedia, pero en realidad es muy oscura…
—Sí. Con Sex and the City aprendí que hay que apostar a la emocionalidad porque sin eso lo divertido no significa mucho. La comedia proviene de situaciones extrañas, divertidas, raras, ridículas, o del comportamiento de gente inteligente que hace cosas estúpidas, crueles o egoístas.
—¿Qué hay en Frances, y en esta serie, que la hizo volver a la televisión?
—Alrededor de cuatro años estuve desarrollando esta serie. No había un guion concreto, sino una historia que tenía ganas de contar y sobre la que tenía curiosidad: un matrimonio y una aventura. ¿Cómo puede funcionar un matrimonio de clase media en Estados Unidos en este momento? No lo había visto retratado en el cine o en la televisión durante un muy largo tiempo. Sabía que esa premisa era rica, hablar de las esperanzas, sueños y decepciones que tiene pareja.
—¿Usted cree que la economía influye en las relaciones de pareja?
—En la serie, el colapso de la economía de Estados Unidos en 2008 es una de las razones que afecta el desempeño profesional de Robert, mi esposo en el programa. Entonces, Frances se convierte en el sostén de la familia y renuncia a sus propios sueños.
—¿Qué características particulares tiene esta serie desde el punto de vista estético?
—Cuida mucho los detalles. Cuando estaba pequeña era muy observadora, mi padre solía decirme: “Deja de mirar fijo, estás haciendo el ridículo”. Siento que eso es lo que hace esta serie: se pone a mirar. Cuando solo se oye el crujido de la nieve o el hielo que baja lentamente por la ciudad, o la tranquilidad de la casa. Eso me gusta verlo reflejado en la pantalla.
—Hablando de nieve, el piloto se filmó durante algunas nevadas que azotaban la ciudad. ¿Cómo sobrellevó eso?
—Eso ayudó mucho a recrear el espíritu de la serie. La angustia suburbana, la tranquilidad, la soledad, el aislamiento y la melancolía se reflejaban en esa hermosa luz fría del invierno.
—Nueva York era un gran personaje de Sex and the City. Los suburbios parecen también tener un papel importante en esta serie, particularmente en lo que se refiere a esa sensación de aislamiento de la ciudad.
—Sí, es un aislamiento que algunos podrían encontrar incómodo o muy reconfortante. Con el tiempo, Frances va a sentir la ciudad demasiado tranquila y solitaria. Va a ser interesante ver cómo vive el proceso de mudanza mientras se separa. Conozco a alguien que vive en la misma casa con su marido y se están divorciando. Separarse es muy costoso y aterrador.
—En la serie la protagonista ha tenido una aventura…
—Los hombres tienen aventuras cuando se sienten muy bien. Es un logro enorme, sus pechos se hinchan, se sienten orgullosos. Y las mujeres tienen aventuras cuando se sienten disminuidas o ignoradas. Hay un capítulo en el que Frances dice: “Seguía tratando de decir que no estaba funcionando, y cuanto más él lo ignoraba, peor se ponía”.
—¿Cómo definiría a Frances?
—Frances es imperfecta. Algunas personas me han preguntado: “¿No te preocupa que ella no sea agradable?”. No lo sé, ella simplemente es real. Tony Soprano era un asesino y lo queríamos. Te puede gustar alguien, incluso si hace malas elecciones.
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