La Organización Mundial de la Salud (OMS), en voz de su directora Margaret Chan, ha vuelto a insistir en la urgencia de que las naciones rectifiquen sus políticas contras las drogas, para centrar las mismas en las personas, y en las “evidencias y no en emociones o ideologías”. De acuerdo con la OMS, las drogas están causando más de medio millón de muertes anuales.
Sabemos, sin embargo, que estas estimaciones son altamente subestimadas, pues en países, como la República Dominicana, no se tienen ni siquiera estadísticas de los daños que los consumos de drogas están causando a la familia y a la sociedad. Desde la OMS se insiste nueva vez en la urgencia de tratar el consumo de drogas como un problema de salud pública y no con medidas penales.
Las políticas represivas o de control, señala la OMS tienen como objetivo “salvar vidas” y reducir “los daños sociales”. Pero en nuestro país no se piensa así. En la República Dominicana, a nuestros gobernantes poco les importa que inocentes, que son la mayoría de las personas procesadas por violación a la ley de drogas, cumplan condenas injustas. Poco les importa que mueran cada día las personas usuarias de heroína, a pesar de que en el año 2013, un estudio del Consejo Nacional de Drogas (CND), recomendó: establecer urgentemente políticas de “reducción de riesgo”, como “el uso de drogas de sustitución que se usan en la mayoría de los países que tienen este mismo problema”. Así como la urgencia de ofertar “tratamiento adecuado, dadas las condiciones sociales que conlleva el uso de la heroína”.
La República Dominicana mantiene vigente la anacrónica ley 50 sobre drogas del año 88, con la que hacemos el mayor ridículo al establecer que las personas usuarias de heroína son traficantes, cuando son las víctimas que necesitan más compasión y solidaridad. Esto a pesar de que el mismo estudio del CND es coherente con las recomendaciones de la OMS, cuando recomienda generar cambios en la ley, analizando los mismos “a la luz de los aportes que la ciencia ha entregado a este respecto, y que claramente favorecen dicha estrategia”.
La penosa realidad es que en nuestro país, lo seguiremos diciendo sin cansarnos, las políticas centradas en la represión, están siendo peores que las drogas mismas. Nuestras autoridades mantienen estas políticas indolentes e injustas, sin mostrar resultados positivos. Se han establecido políticas mediocres ultrarepresivas y ultracorrompidas que solo se aplican a consumidores pobres. Solo se busca castigar, con la prisión, o la extorsión, a estos usuarios y sus familias. No se preguntan a cuántos jóvenes esta ley injusta a convertido en verdaderos delincuentes.
Para ser coherente con esta mirada reaccionaria el gobierno debería retirar también de la OMS al Estado dominicano, como ya se hizo en el 2014, -de forma irresponsable-, de la Corte Interamericana de los Derechos Humanos –CIDH.
No es tan difícil entender que las políticas represivas por si solas, aun si fueran eficaces, son incapaces de enfrentar el problema de las drogas, debido a lo multidimensional y complejo. Hace falta, no nos cansaremos de demandarlo, centrarse en las personas y en políticas de reducción de demanda: prevención, tratamiento investigación, formación, reinserción social.
¿Cuántos años deberemos esperar para que nuestros dirigentes decidan establecer políticas de estado en torno a las drogas integrales, basadas en evidencias, que respeten los derechos y la dignidad de las personas?
Por Juan Raddamés de la Rosa Hidalgo
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